Cuando llega la primavera, Gata de Gorgos se transforma. No hacen falta procesiones ni grandes actos para sentir que estamos en una época especial. La Pascua en Gata se vive a nuestra manera: con sabor a mona, olor a leña y risas compartidas en la montaña o en el campo. Porque si hay algo que nos define como pueblo, es nuestra forma de celebrar las cosas más sencillas… y más auténticas. Y eso, sí que es un lujo.
La Mona y el Pa Socarrat: imprescindibles en cada casa
En Pascua, las familias de Gata siguen la tradición de comer la mona con huevo duro o el Pa Socarrat, un buen pan casero y ligeramente tostado que nos acompaña desde siempre. No es solo comida; es un ritual. Es la excusa perfecta para hacer la mochila, coger la baraja de cartas y pasar el día junto al río Gorgos, en la montaña con vistas al Montgó o en cualquier rincón querido de nuestro término.
Compartir una mona al sol, con buenas vistas y mejor compañía, es una de esas pequeñas cosas que hacen grande la vida. Una de esas cosas que nos hacen decir, una vez más: Gata es un lujo.
El berenaret de Pascua en Gata
Los mayores todavía recuerdan el famoso “berenaret de Pascua”, cuando iban con amigos y amigas a la montaña, con las bicicletas viejas, el cántaro de agua fresca y una buena longaniza de Pascua, de esas que solo encuentras en nuestras carnicerías. A día de hoy, las carnicerías de Gata siguen elaborando estos embutidos artesanales con el mismo saber hacer de siempre, siguiendo recetas de toda la vida que pasan de generación en generación.
Comprar en el comercio local, sabiendo quién lo hace, cómo lo hace y con cuánto cariño, también es disfrutar del lujo de lo cotidiano. El lujo de un pueblo vivo y auténtico.
Ca la Tramussera: la llegada del buen tiempo
Otra señal inequívoca de que ha llegado la Pascua es que Ca la Tramussera, nuestra heladería más tradicional, vuelve a abrir sus puertas. Hay quien dice que el primer helado de la temporada sabe a felicidad —y no van desencaminados.
Parar en Ca la Tramussera después de un paseo o de un día de campo es como volver a la infancia: sabor intenso, textura de verdad y esa sensación de verano anticipado. Cosas que solo pasan en pueblos como el nuestro. Pueblos donde aún se vive sin prisas. Gata es un lujo, porque conserva lo que muchos ya han perdido.
Una Pascua en Gata diferente, pero muy nuestra
En Gata, la Pascua no es una festividad de grandes ornamentos. Es una celebración discreta, pero llena de sentido. Es reencontrarse con la familia, con los amigos de siempre, con los sabores de la infancia y con los rincones que solo nosotros conocemos. Es sentir que, aunque pasen los años, hay cosas que no cambian.
Porque vivir como vivimos, comer lo que comemos, compartir como compartimos… no es cualquier cosa. Es un lujo. Gata es un lujo.
Así que, si aún no has probado la mona del horno del barrio, o no has vuelto a Ca la Tramussera por ese primer helado… ¡ya estás tardando! La Pascua es ahora, y en Gata se vive… como siempre: con corazón, con sabor y con mucho, mucho cariño.