En Gata sabemos comer, de eso no hay duda. Nuestros platos típicos están cargados de tradición y su aroma nos trae recuerdos de nuestros antepasados, que fueron pasando las recetas generación tras generación. Una de las que más nos caracteriza es la de las cocas. Si no las conoces, ¡no puedes dejar de leer este post! Y si ya las has probado, seguro que te encantará saber un poco más sobre ellas.
La coca es una de las expresiones gastronómicas más memorables de Gata, es una cocina que ha sabido hacer de la necesidad y de la escasez su mejor virtud para convertirse en un lujo para el paladar.
Hay muchas recetas para hacer la coca, pero la base es siempre la misma: harina, levadura, agua, aceite y sal fina. Se trata, generalmente, de tortas redondas de unos 5 a 10 centímetros. La masa es fina, esponjosa, con un extraordinario aroma a leña si se ha preparado en el horno de leña, sobre la que se colocan diferentes ingredientes. Si la haces en el horno de casa también quedan geniales y buenísimas.
Las cocas más típicas son las de mullador (pimiento, tomate y berenjena), coca de cebolla y guisantes, la de hierbas (hierbas del campo que son recolectadas el mismo día), la de cebolla, de tomate, de espinacas o acelgas, la coca de aceite (sólo con un chorro de aceite de oliva y anchoa). Suelen acompañarse de embutido o salazones.
Las cocas son un plato social. El día que se come cocas toda la familia queda por hacerlas. Hay que tostar las verduras al horno, pelarlas y prepararlas para hacer el mullador, cocinar la cebolla hasta que se caramelice, los guisantes, incluso ir a hacer hierbas antes de hacer la masa. Después todos juntos amasan y llenen las tortas. Las ponen al horno y sólo hay que esperar a que se hagan. Si es un horno de leña en 4-5 minutos con buena brasa ya están hechas, en un horno normal, de luz, suele tardar unos 15 minutos.